Madrid, (EFE).- Mujer, joven, pobre, viuda y de pueblo. Pese a todos esos estigmas, Ratna es una mujer llena de esperanza en la película india «Señor», el debut de la realizadora Rohena Gera con el que pretende «invitar a la reflexión sobre lo horrible que es la diferencia de clases y la desigualdad en La India».


En la cinta, que llegará a las salas españolas este viernes, Ratna (Tilllotama Shome) es una joven viuda de 19 años que entra a trabajar como sirvienta para Ashwin (Vivek Gomber), un hombre adinerado que se siente perdido tras haber cancelado su boda, y entre ambos surgirá un amor condicionado por una sociedad machista y clasista.

«He vivido con la culpa de pertenecer al sistema de clases toda mi vida», reconoce Gera (1973) en una entrevista a Efe, en la que asegura que todo lo que aparece en la cinta es personal y autobiográfico, «excepto la historia de amor»: «Cuando era pequeña tenía una niñera que sabía absolutamente todo de mí, pero había un muro y eso siempre me ha resultado frustrante y triste».

De hecho, cree que no es la única que ve «la injusticia» en la aceptación de la desigualdad de clases en La India y que «son muchas las personas que piensan lo mismo, pero no se atreven a decirlo porque sienten que están solos en esa batalla».

Hablar de esta división a través de una historia de amor «logra poner a las dos personas en igualdad de condiciones y no hablar de víctima y opresor, que es muy aburrido y maniqueísta», resume Gera, quien explica que necesitaba «hablar de lo que significa enamorarse de alguien solo por cómo es».

Pese a las similitudes aparentes, rechaza la etiqueta de ‘Cenicienta moderna’ para su protagonista «porque ella no necesita que nadie la salve, es lo suficientemente fuerte como para salvarse a sí misma e incluso salvarlo a él», explica con contundencia la directora sobre su primer largometraje de ficción después del documental independiente «¿Qué tiene que ver el amor con eso?» (2013).

«Antes intentaba trabajar con las reglas del sistema de producción, pero con el documental me di cuenta de que tenía que contar lo que quería, me daba miedo que mi película no encajara en ninguna etiqueta, pero es que tampoco yo encajo», asume la realizadora.

Es por ello que ha creado un romance que no se cuenta «con los típicos momentos explosivos del cine que pasan del beso apasionado a despertarse juntos», sino que ha preferido contar su historia desde «los silencios, las miradas y la capacidad de decir todo sin palabras».

«No conozco ninguna historia de amor como la de la película, por desgracia, pero estoy segura de que existen y que nadie se atreve a decirlo», lamenta la realizadora, que espera que «algún día puedan vivirse sin juicios». EFE

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