Sara Hurtado
Sara Hurtado

Moscú, (EFE).- «El coronavirus es como una lesión ‘heavy'», asegura Sara Hurtado, la patinadora española que ya ha salido de su autoaislamiento de 14 días en Moscú. No obstante, la epidemia de coronavirus que ha golpeado también a Rusia le mantiene lejos del hielo.

«Nunca había estado tan lejos del hielo, ni siquiera cuando me rompí la tibia con 17 años», comentó a Efe en su apartamento en el centro de Moscú.

DOS SEMANAS DE AUTOAISLAMIENTO

Hurtado, que entrena desde hace años en Moscú, se encerró en su casa a su regreso de España el 9 de marzo y se encontró con que, además del confinamiento, la pista de hielo donde patina todos los días cerró sus puertas de manera indefinida.

«Echo de menos el hielo. Antes de irme a dormir me veo patinando. Mi cuerpo me lo pide. Es algo tan natural como lavarme los dientes. Pero patinar es como andar en bici, nunca se olvida», admite.

Nunca se le pasó por la cabeza volver a España, ya que es consciente de que podría contagiarse durante el viaje e infectar a su gente: sus padres, hermano y familia cercana viven Las Rozas (Madrid).

No había alternativa al autoaislamiento. Además de que el Ayuntamiento de Moscú emitió un edicto de obligatorio cumplimiento, en su pista rusos y ucranianos preparaban el Mundial.

«Mis entrenadores me aconsejaron que no corriera riesgos. Pero es que nunca me hubiese perdonado haberles contagiado y que se perdieran el Mundial», apuntó.

Su alegría por el fin del aislamiento tiene un lado oscuro, ya que ahora puede salir a la calle, pero no puede entrenar y, después de las últimas medidas anunciadas por el presidente ruso, Vladímir Putin, prácticamente tendrá que quedarse en casa durante las próximas semanas.

TIRAR DE CREATIVIDAD

Sea como sea, Hurtado no ha dejado de trabajar entre las cuatro paredes de su pequeño apartamento, que convirtió en gimnasio, biblioteca, restaurante y, en ocasiones, cine y restaurante.

«Han sido 14 días para explorar cosas nuevas», aseguró Hurtado, que muestra la medalla de plata que logró en 2018 en el Grand Prix Telecom, la primera en la historia para una pareja española.

Decidió «tirar de creatividad», crear un «espacio fitness» con «tablas completas» para que su cuerpo no notara la falta de actividad e incluso se puso los patines en casa para hacer ejercicios de equilibrio, que compartía con otras patinadoras por Instagram.

«Me dije: ‘Tengo que hacer lo que pueda con lo que tengo’. ¿Qué tengo? La esquina de mi casa. Hasta tengo agujetas de tantos circuitos que estoy haciendo», asegura sonriente.

La falta de actividad física, la ausencia de la rutina de los entrenamientos, es un problema y «no sólo a nivel muscular, sino mental».

«Te sientes un poco perdido y tienes que reorganizarte. Nosotros estamos habituados a rutina, orden, planificación. Y de repente, es todo incertidumbre. ¿Y ahora qué?», reconoce.

En su caso, el principal problema ha sido la falta de sueño.

«Como deportista, si no me canso, sino no tengo actividad física diaria, me cuesta mucho dormir», asegura Sara, que integró junto a Adriá Díaza la primera pareja española en disputar unos Juegos Olímpicos.

CONSEJO PARA OTROS CONFINADOS

La deportista madrileña cree que la clave de sacar provecho del confinamiento es «buscar rutinas» y «mantenerse activo lo máximo posible».

«Buscar certidumbres dentro de la incertidumbre. Mirar hacia dentro y poner orden a tus prioridades. Eso te hará superar todas las dificultades en el futuro», subraya desde el sillón de su casa.

En su opinión, si el deportista tiene claro por qué hace cada cosa, tendrá en sus manos «algo muy poderoso» que le beneficiará en su vuelta a la competición.

«He superado tantos días sin tocar el hielo. Eso nos ayudará mucho en el futuro», asegura.

Es lo que ella ha hecho. Ha buscado nuevas músicas para nuevos programas y coreografías. Se ha dedicado a dar clases por Instagram.

Y le ha dado tiempo a leer la mitad de la segunda parte de «La muerte del Comendador» de Haruki Murakami. «Me ha permitido viajar a Japón sin salir de casa», señala.

TEMPORADA TRASTOCADA

Reconoce que entre el aislamiento y el cierre de las pistas le han «trastocado» la temporada, ya que lleva ya varias semanas separado de su compañero de batallas, el ruso nacionalizado español Kiril Khaliavin, algo funesto para una pareja de patinaje sobre hielo que fue duodécima en los Juegos de PyeongChang.

«La pista estará cerrada hasta el 13 de abril, aunque viendo cómo están evolucionando las cosas en Moscú, no me extrañaría que lo alargaran un poco más. Espero que no, ya que nosotros necesitamos tocar el hielo y el contacto el uno con el otro. Cuanto antes podamos volver al hielo, mejor», comenta.

La pretemporada se aprovecha para montar nuevas coreografías, probar elementos nuevos, trabajar la técnica y construir lo que se presentará en la temporada.

«Este parón nos apretará las tuercas cuando volvamos al hielo. Debemos producir lo más rápido posible y corres el riesgo de lesionarte. Hay que tener paciencia, mantener el cuerpo sano para que a la vuelta esté preparado para ese esfuerzo extra», señaló.

Por ese motivo, ha tenido que cogerse ahora las vacaciones y no en junio. «No hay otra opción. Es la mejor manera de que lo malo sea menos malo», resalta.

«El daño ya está hecho. Ahora hay que hacer el menor daño posible a nuestra salud y nuestra carrera», asegura Hurtado, que quiere seguir en Moscú durante el próximo ciclo olímpico, hasta Pekín 2022.

Con todo, lo que tiene bien claro es que ahora lo realmente importante es la familia. «Saber que están lejos y no poder hacer nada me produce una sensación de intranquilidad muy grande», reconoce.

«Espero que se recupere todo el mundo al que le haya afectado y se cuiden los unos a los otros, porque nuestros seres queridos es lo más valioso que tenemos», asegura, antes de regresar a su apartamento deslizándose sobre las aceras de Moscú.

Ignacio Ortega

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