Julie Andrews
Julie Andrews

Gonzalo Sánchez

Venecia (Italia),  (EFE).- La actriz Julie Andrews reconoció   su nostalgia por aquellos recitales que la encumbraron como toda una estrella del cine musical: «Echo mucho de menos cantar», confesó ante sus seguidores en la Mostra del cine de Venecia.

La célebre «Mary Poppins» ofreció una conferencia en Venecia, donde ayer fue distinguida con el León de Oro honorífico, y recordó algunos de los momentos más sobresalientes de su vida, pero sobre todo se deshizo en consejos para los jóvenes que la escuchaban.

Precisamente una de las preguntas fue acerca de su relación con la música, un arte que la ha acompañado durante toda su carrera.

La actriz recordó que no canta desde que perdiera su voz cristalina en aquella operación de garganta en 1997 que dañó irremediablemente sus cuerdas vocales y truncó su carrera.

«Echo mucho de menos cantar, especialmente con las grandes orquestas», reconoció la estrella, siempre arropada en Venecia.

Más allá de esta circunstancia, Andrews afirmó que su pasión por el canto no se ha apagado e intenta en todo momento «encontrar la manera de aplicar la música a todo» lo que hace, como los libros que publica.

La actriz, de 83 años, no escatimó en consejos al ser preguntada por el miedo al fracaso: «Incluso si una película no tiene éxito, de todos modos estás aprendiendo (…) Solo sigue intentándolo, es lo mejor que puedes hacer», respondió a una muchacha.

Así, subrayó que en el pasado también ella se sintió defraudada por proyectos que no llegaron a buen puerto, una situación ante la que siempre se sobrepuso: «Creo que tengo la habilidad para continuar, porque he estado trabajando desde pequeña», dijo.

Julie Andrews empezó a destacar en los musicales británicos desde su juventud, pero su salto a la fama -y el Óscar- llegó con el papel de esa mágica institutriz que Disney le ofreció en los sesenta tras perder la oportunidad de protagonizar la cinta «My fair lady».

Uno de sus recuerdos fue sobre el calor que pasó en la primera escena que grabó para la película «Torn Curtain» (Cortina rasgada, 1966) de Alfred Hitchcock: «Estaba en la cama Paul Newman, no está mal», relató la actriz, suscitando la risa del auditorio.

Y también tuvo palabras para su marido, el director Blake Edwards, fallecido en 2010 y con el que, además de tener cinco hijos que le han dado diez nietos y tres bisnietos, trabajó en nueve películas.

«Era divertido, irreverente, estaba lleno de alegría y la gente le rogaba para estar en su estudio porque era demasiado divertido», recordó, cerrando los ojos.

La actriz se mostró en todo momento sonriente, encantadora, y quizá por eso alguien de entre el público le preguntó qué se le daba mal, a lo que ella respondió que cocinar.

Pero también habló de las cosas que le enfadan, que hacen que quite esa sonrisa que parece perenne: «La única cosa que me hace enfadar realmente es la falta y total desconsideración por la gente», zanjó.

Y como no podía ser de otra manera, mencionó a dos de los grandes iconos de la cinematografía italiana, Federico Fellini, que le entregó el Óscar, y Sophia Loren, pues ambos le escribieron una carta de felicitación por el premio.

«Me impresionó mucho», rememoró. EFE 

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