Sao Paulo.- La pandemia vuelve a golpear con fuerza a Brasil, que esta semana volvió a superar la barrera de los 1.000 muertos diarios, en momentos en que el país presencia nuevos roces entre el presidente Jair Bolsonaro y la Corte Suprema por la obligatoriedad de la vacuna.

El Ministerio de Salud ha registrado en los últimos cuatro días cerca de 4.000 óbitos relacionados con la covid-19, cifras dramáticas que no se veían desde el pasado mes de septiembre. El jueves fueron 1.092 fallecidos y este viernes 823.

La curva crece y los hospitales se llenan. Según datos oficiales, divulgados por O Globo, al menos 23.000 personas están ingresadas con el nuevo coronavirus en el sistema público de salud brasileño.

En vísperas de las fiestas navideñas, siete de los 27 estados, entre ellos Río de Janeiro, tienen más del 80 % de las camas de terapia intensiva destinadas para pacientes con covid-19 llenas.

Los indicadores sanitarios hablan de una segunda ola, aunque los cierto es que el país nunca terminó de doblegar la primera.

Hasta este viernes se contabilizaban 185.650 muertes y 7.162.978 infectados, con 52.544 nuevos casos en el último día, que sitúan a Brasil como uno de los países más azotados por la pandemia junto con Estados Unidos y la India.

«Todo el mundo está cansado del virus, principalmente nosotros que estamos en la línea de frente, pero el virus no sé cansó de nosotros», afirma a Efe Alexandre Naime, jefe de Infectología de la Universidad Estatal Paulista (Unesp).

Sin embargo, la atención mediática está hoy más puesta en la campaña de vacunación que en los estragos sanitarias del virus. Para los 212 millones de brasileños, el gran interrogante a día de hoy es saber cuándo comenzará la inmunización.

El Gobierno de Bolsonaro ha presentado un plan con los grupos prioritarios, pero sin fechas concretas para su inicio.

TENDENCIA PREOCUPANTE DESDE NOVIEMBRE

El SARS-CoV-2 parece que avanza ahora de la misma forma como lo hizo en mayo, junio y julio, cuando el país se instaló en una media de alrededor de 1.000 fallecidos diarios.

A partir de agosto y septiembre hubo un respiro. Octubre fue un mes relativamente tranquilo, a pesar de que raramente se registrasen menos de 200 óbitos diarios.

Pero a partir de noviembre comenzó a subir la curva. Según el Imperial College de Londres, la tasa media de contagio llegó ese mes, en el que además hubo elecciones municipales en todo el país, al 1,30, la más alta desde mayo. Ahora está en 1,13, es decir, la pandemia está descontrolada.

«Hubo una banalización de las reglas de prevención y lo que se vio fue un ‘show’ de los horrores, en términos de aglomeraciones, fiestas, campañas políticas, playas y parques llenos. Todo eso contribuyó a esa falta de empatía de la población en general», expresa Naime, miembro también de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI).

Pero esa relajación de la población, especialmente de los más jóvenes, también se ha visto reflejada en los dirigentes políticos, que no están imponiendo medidas de distanciamiento social con las misma dureza que los meses anteriores.

En una de las pocas iniciativas de combate al coronavirus y que llega tarde respecto a otros países, la Administración de Bolsonaro informó que exigirá a partir del 30 de diciembre un test negativo para brasileños y extranjeros que desembarquen en cualquier aeropuerto del país procedentes del exterior.

Mientras, el debate público sigue centrado en una vacuna que Brasil aún no tiene, pero que espera empezar aplicar a lo largo del primer trimestre de este año con la posibilidad de que pueda ser obligatoria.

EL SUPREMO AUTORIZA QUE LA VACUNA SEA OBLIGATORIA

La Corte Suprema, la máxima instancia judicial del país, dio luz verde a que la vacuna contra la covid-19 pueda ser obligatoria en el país y autorizó a los estados y municipios a sancionar a aquellos que rechacen tomarla.

El dictamen del alto tribunal, que en la práctica equiparó la vacuna con el voto, que en Brasil es obligatorio, aunque sin poder forzar a ejercerlo, va en contra de la opinión de Bolsonaro.

El mandatario, que desde el inicio de la crisis sanitaria ha minusvalorado la gravedad de la pandemia, considera que vacunarse contra el coronavirus es una elección individual, en línea con lo defendido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El líder ultraderechista dijo en su tradicional transmisión vía redes sociales de los jueves que su Gobierno «no obligará a nadie a tomar la vacuna» y que no adoptará ninguna medida contra quienes decidan no hacerlo.

«Estamos en un democracia. Aquí no es Venezuela, no es Cuba», comentó en un acto público esta semana. Bolsonaro ya ha decidido que no tomará ninguna de las vacunas desarrolladas e incluso ha alertado sobre posibles efectos colaterales, sin presentar pruebas.

«Si te tomas la vacuna y te conviertes en un caimán, es tu problema», dijo en referencia al inmunizante elaborado en conjunto por Pfizer y BioNTech.

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