Por Juan Cruz Triffolio

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De los lazos de hermandad con el doctor Félix Antonio Cruz Jiminian, cariñosamente conocido entre sus cercanos como Antonito, no es necesario enumerar detalles.

Quienes nos conocen saben perfectamente de las incontables experiencias comunitarias que hemos encabezado, juntos, en diferentes puntos de la geografía nacional.

Por eso, entre otras cosas, no corresponde a nosotros hacer referencia de sus incuestionables y extraordinarios valores humanos y de sus servicios humanitarios brindados al país, sobretodo, a los más excluidos en la sociedad dominicana.

El doctor Cruz Jiminian es un hombre de una sensibilidad humana envidiable y una dinámica y entrega a los demás digna de la emulación.

Pero reiteramos, este no el momento para que hablemos de todas estas virtudes propias de hombre sin fronteras al momento de contribuir al mejoramiento de vida de los más necesitados.

En esta ocasión, en nuestra condición de amigo y hermano, frente a un cuadro de salud delicado, donde sólo la voluntad divina y la labor de un equipo médico de una profesionalidad única puede levantarlo, permítanme recurrir al Divino Creador, apelando al poder de la oración.

Es por eso, entre otras razones, que apelamos nos acompañe, con profunda fe y seguros de que todo saldrá bien, en la oración que desde su internamiento clínico hemos venido realizando y que a continuación compartimos:

Señor, Padre Santo, levanto esta oración delante de ti para pedir por la vida del amigo y hermano Cruz Jiminian.

Te Pido, Señor, que le des fortaleza para que pueda enfrentar las pruebas del día a día y pueda continuar viviendo para seguir sirviendo a su pueblo.

Yo tengo fe en ti y sé que tú, todo lo puedes lograr porque eres el gran dador de vida y el inmenso protector de quienes hacen tu voluntad.

Señor, a nuestro hermano Cruz Jiminian dale salud y fuerza para que guiado por tu espíritu santo continúe su singular obra humanitaria.

Divino Creador, tú puedes ayudarlo y brindarle esa energía y protección que necesita Antonito, por eso, te doy gracias por brindarle tus manos sanadoras e inmensas bendiciones.

Gracias, Padre Eterno, porque sabemos tú quieres todo lo mejor para él, porque tu amor es inmenso para todos los que te piden con fe.

Amén.

 

 

 

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