Tokio, (EFE).- La danza mundial está de luto tras el fallecimiento del aclamado bailarín japonés Ushio Amagatsu, pionero en la difusión internacional del ‘buto’, una forma de expresión artística que fusiona lo contemporáneo con lo tradicional. A los 74 años, Amagatsu dejó un legado imborrable en el mundo de la danza.
Nacido en Yokosuka en 1949, Amagatsu fundó la compañía Sankai Juku en 1975, una iniciativa que marcaría un hito en la historia de la danza japonesa. Con su enfoque único y su estilo innovador, Amagatsu se convirtió en una de las principales figuras de la segunda generación del ‘buto’, una danza que emergió en el contexto de la posguerra japonesa.
Su habilidad para combinar elementos de danza clásica y contemporánea le valió reconocimiento mundial. Amagatsu no solo fue un bailarín excepcional, sino también un director, coreógrafo y diseñador talentoso que dejó su huella en cada producción de Sankai Juku.
Desde la sede de la compañía en el Teatro de la Villa de París, Amagatsu llevó su arte a más de cincuenta países, cautivando audiencias con su profunda exploración de la gravedad y la oscuridad. Sus contribuciones a la danza contemporánea fueron ampliamente reconocidas, incluyendo la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de Francia en 1992 y el premio Laurence Olivier en 2002.
Una batalla
Incluso después de enfrentar desafíos de salud, como su batalla contra el cáncer de hipofaringe diagnosticado en 2017, Amagatsu siguió siendo una fuerza creativa. Su pasión y dedicación inspiraron a generaciones de artistas en todo el mundo.
El fallecimiento de Amagatsu el pasado lunes debido a un fallo cardíaco ha dejado un vacío en la comunidad artística japonesa y mundial. Su familia le ha rendido un emotivo adiós en un funeral privado, mientras que sus admiradores lamentan la pérdida de un verdadero icono de la danza.
El legado de Ushio Amagatsu perdurará a través de su obra y su influencia duradera en el mundo de la danza, recordándonos la belleza y el poder transformador del arte.