Rubén Blades, aclamado en Pirineos Sur
El músico y cantante panameño Rubén Blades durante su actuación este sábado en el Festival Pirineos Sur que se celebra en la localidad oscense de Lanuza. EFE / Javier Blasco.

Lanuza (Huesca), .- Son 75 años los que cumple este año Rubén Blades, aunque por su estado de forma nadie lo diría, pues con su energía y a golpe de salsa convirtió la noche de este sábado un embalse de montaña en un escenario donde sus ritmos latinos y los de La Santa Cecilia llevaron a los 3.000 asistentes a latitudes más próximas al Caribe que a las propias del festival Pirineos Sur.
La trigésima edición de la cita musical altoaragonesa abrió este viernes con Bomba Estéreo y continuó en la siguiente jornada con el amplísimo bagaje del maestro panameño; cerca de medio centenar de discos y una carrera extensísima que, en buena parte, recorrió con un recital de nada menos que 21 canciones.
Antes de que Blades y sus hombres de riguroso negro coparan las tablas del escenario flotante, La Santa Cecilia hizo honor a su patrona con una batidora sobresaliente de ritmos latinoamericanos, desde la cumbia al bolero, pasando por sus raíces mexicanas, guiños a Luis Alfredo incluidos.

Rubén Blades, aclamado en Pirineos Sur
Aspecto del recinto donde se celebra el Festival Pirineos Sur durante el concierto del músico y cantante panameño Rubén Blades, que se celebra en la localidad oscense de Lanuza. EFE / Javier Blasco.

La voz de Marisol “La Marisoul” Hernández y los seis músicos que la acompañaban en el escenario dejaron muy claras las credenciales de una noche que iba a convertir el pirenaico pantano de Lanuza, un “maravilloso paraíso” para la vocalista, en un ecosistema latino que latiría a ritmo de güiro y tambor.
“Are you ready for Rubén Blades?”, adelantó Marisoul, poco antes de un final del concierto en el que recorrió temas como “Amar y vivir”, con el que arrancó, la notable ‘Nunca más’ o ‘Ella me enamoró’, canción con la que los angelinos cerraron su ‘show’, a la espera del maestro.
Media hora después, y con unos contrastados tonos rojos amarillos en el escenario, salió la tremenda formación del también panameño Roberto Delgado, tocando un “Mambo Gil” que ya ponía en canción de lo que iba a venir en cuanto Blades pisara unas tablas que ya conoce de otras ediciones del festival.
Fue a ritmo de funk cuando apareció, con una bola de discoteca brillando en la pantalla gigante; “buenas noches”, dijo, escueto, para cambiar a la salsa de “Plástico”, nada menos que 45 años de canción para empezar una actuación de banda grande, pues por algo es parte de la gira Salswing Tour, formada por los más de veinte músicos de Delgado.
“Las calles de nuestros barrios nunca toman prisioneros, quiebran al que no resiste, sea local o sea extranjero”, continuó el recital; es decir, con ‘Las calles’, tema que Blades dedicó “a toda la gente que viene de barrio popular”.
El asunto barrial siguió con “Te están buscando”, maracas en mano Blades, que no aparenta los tres cuartos de siglo que acumula desde que vio el mundo en el barrio San Felipe de la ciudad de Panamá, como reivindicó sobre el pantano de Lanuza.
“En esa casa”, un grito contra la violencia de género de reciente cuño (2015), continuó demostrando la sensibilidad y maestría de Blades con sus letras: “Da vergüenza hablar de eso, pero hay que hablar de eso”, avanzó antes de arrancar los primeros acordes de la canción.
Muy celebrada por el público fue “Amor y control”, más de 30 años de álbum y canción que no pierden vigencia, como tampoco lo hace la voz de Blades, que sigue sonando digna y viva.
“Todos vuelven”, de su álbum de 1984 Buscando América, continuó con el concierto, no sin antes presentar un tema que bebe del poeta peruano César Miró, como reivindicó el músico, y que sirvió para que los percusionistas se lucieran para regocijo de las 3.000 almas presentes.
“Paula C”, “María Lionza” y “Canto niche” siguieron un concierto en el que también hubo espacio para los parámetros de las “big band” con la versión de “The way you look tonight”, en la que se puso el traje de “crooner”.
“Yo soy el cantante porque lo mío es cantar y el público paga para poderme escuchar”, entonó con “El cantante”, uno de sus clásicos, que animó el contoneo en las gradas, muy adecuado, por cierto, para plantar cara al frescor propio de un pantano de montaña.
“Buscando guayaba” y la muy celebrada “Decisiones” enfilaban una segunda mitad de concierto que tuvo su homenaje a Óscar Arnulfo Romero, religioso asesinado en El Salvador en 1980 y que inspiró “El padre Antonio”, de nuevo, del álbum Buscando América.
No faltó “Pedro Navaja”, que hizo aflorar las pantallas en el anfiteatro y corear aquello de “la vida te da sorpresas, sorpresas te da a vida” , como anticipo del final.
“Gracias a Dios, todavía tengo la voz para hacer el trabajo”, afirmó, con razón, antes de culminar con “Siembra” y “Maestra vida”, con la que Blades hizo un guiño local proyectando la bandera de Aragón en la pantalla del escenario.
Marcos Díaz

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