Desde un barrio pobre de la capital de El Salvador, que elevó banderas blancas tras quedarse sin alimentos, los jóvenes Víctor y Bryan cantan un rap con rimas que llaman al cuido, a la esperanza y denuncian atropellos en medio de la pandemia de COVID-19.

Los raperos son parte de un ejercito de artistas urbanos que se ganan la vida en los autobuses del transporte público y que la cuarentena obligatoria ha dejado en casa, sin ingresos económicos.

«Así es como les cuento la triste realidad, ahora en día ya se habla de tanta enfermedad, (…) y cada día voy cantando luego, el coronavirus, eso no es un juego. Así es como lo canto con mucha inspiración, hay que acatar cada recomendación», dicen las primeras líneas improvisadas por los jóvenes.

Tras ellos, una mole gris de concreto, que algunos dicen es la antigua casa de un expresidente o el exconsuldado de un país norteamericano, alberga a familias pobres y luce en sus rejas banderas blancas.

«Nosotros como artistas no podemos salir a expresarnos, a desempeñarnos en nuestra área laboral», aseguró a Efe Víctor Bermúdez, quien añadió que del dinero que les dan los usuarios del transporte «vestimos, de esto comemos y ayudamos a nuestras familias».

En sus letras, los jóvenes no se olvidan de sus vecinos, la mayoría dedicados al comercio informal, y de las penurias que les hace pasar el encierro por la falta de ingresos.

«Me preguntó qué será de mi vecina panadera, vendía pan francés en las mañanas en la acera. Y ella ya no ha visto su ganancia, y eso a mí me causa nostalgia», agregan acompañados de una pista musical.

Víctor y Bryan viven en la zona conocida como el Centro Histórico de San Salvador, donde entre viejos edificios y parques se encuentran casas en las que las familias alquilan habitaciones y comparten áreas comunes, como baños y lavaderos, se les llama popularmente «mesones».

Los habitantes de estos lugares han colgado trapos y banderas blancas en las últimas semanas en señal de que se han quedado sin alimentos para lo que resta de la cuarentena, algunos dicen que los recursos que lograron guardar les duraron un mes.

Bryan López relató que su familia está formada por 7 personas y que él ha tenido que salir a «rebuscarse» en la zona a botar basura o podar algún árbol para ganar un poco de dinero.

Los jóvenes también hacen eco del riesgo que implica salir y exponerse a ser detenidos por policías o militares, quienes los pueden trasladar a un «centro de contención» gubernamental.

Estas detenciones y confinamientos han generado polémica en el país, dado que la Corte Suprema ordenó al presidente Nayib Bukele frenar la práctica mientras el Congreso no emitiera una ley que lo habilitara. El mandatario señaló que no acataría dicha orden.

Organizaciones humanitarias han denunciado que las fuerzas de seguridad han detenido incluso a personas que se encontraban comprando alimento o medicinas, salidas que son permitidas. Dichos lugares también han sido señalados de ser focos de infección del COVID-19.

«Salir de casa hoy es arriesgado, de que los policías te lleven arrestado, por ir a buscar frijoles al supermercado», agregan en su improvisación.

Víctor y Bryan también recuerdan la corrupción de Gobiernos anteriores y critican a los partidos políticos.

«Vengo a decirte lo que otros se callan, yo lo improviso también con agallas, (…) a la corrupción yo no le doy tregua y te lo digo sin pelos en la lengua» y «no me importa si me echan preso por decirles la verdad», concluye el rap.

El Gobierno salvadoreño, que a finales de marzo dio un bono por 300 dólares a más de un millón de familias, reparte actualmente paquetes alimenticios en los municipios con mayores índices de pobreza y se espera que alcancen los 3,4 millones de entregas.

Según datos oficiales, la pobreza alcanza al 26,3 % de los hogares en El Salvador, porcentaje que incluye a 1,7 millones de habitantes.

El coronavirus ha dejado hastq el momento en el país por lo menos 1.640 casos confirmados, 33 fallecidos y 977 pacientes sospechosos de contagio.

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